Reseña de ‘Chile ’76’: Malestar doméstico que se torna en intriga

En 1973, el gobierno socialista de Chile fue derrocado por una junta militar encabezada por el general‌‌. Augusto Pinochet, con el respaldo de Estados Unidos. Miles fueron asesinados y cientos de miles huyeron del país bajo la dictadura de Pinochet, que duró 17 años y se mantuvo a través de la violencia. ‌

Con la nueva película “Chile ’76”, la directora Manuela Martelli se une a la compañía de cineastas chilenos como Pablo Larraín y Sebastián Leilo, quienes han realizado películas sugerentes que reflexionan sobre el régimen de Pinochet y su impacto en la vida de la gente común. La inspiración inicial de Martelli para la historia provino de una fuente cercana a casa. Imaginó la pérdida que sintió su abuela, quien se suicidó en 1976, uno de los años más violentos de la dictadura, antes de que naciera Martelli.

La protagonista de “Chile ’76” es Carmen (Aline Küppenheim), una mujer regia de mediana edad. Es abuela y azafata de carrera que ahora vive cómodamente un estilo de vida burgués con su esposo en Santiago. Cuando comienza la historia, ella está en el proceso de supervisar las renovaciones de la casa de vacaciones junto a la playa de su familia. Carmen ocupa su tiempo a solas en obras de caridad, guiada por el sanguíneo cura del pueblo, el padre Sánchez (Hugo Medina).

Carmen se siente incómoda por la brutalidad sancionada que la rodea: desde el principio, es testigo de cómo arrastran a los vecinos angustiados por las calles. Pero la cómoda existencia de Carmen no se ve interrumpida directamente hasta que el padre Sánchez le pide que cuide de un fugitivo escondido en la iglesia. Ella accede, cuidando a Elías (Nicolás Sepúlveda), un revolucionario herido, para que recupere la salud. Ella transporta antibióticos para sus heridas y miente a las autoridades sospechosas para cubrir sus huellas. La ansiedad se convierte en la compañera constante de Carmen cuando los teléfonos suenan en líneas que podrían estar intervenidas y los vecinos se entrometen y plantean preguntas inconvenientes.

La película de Martelli demuestra una notable habilidad para reconstruir el período de tiempo, teniendo en cuenta tanto la recreación de la apariencia de la época como su tenor emocional. Filmó en pueblos de playa que han permanecido relativamente inalterados desde los años 70, y complementa el aspecto de las fachadas de edificios en ruinas con decorados interiores con paneles de madera. Es un mundo desgastado y cálido; incluso el papel tapiz viene en una acogedora tela escocesa.

Sin embargo, los marcos hermosos y detallados de Martelli no son signos de esteticismo vacío. Su ojo para la composición refleja el de su protagonista, una persona de gustos elegantes que se ve envuelta en una trama política que se entromete en su capacidad de rediseñar. La partitura original de la película mezcla música electrónica y orquestal, y actúa como un indicador de la paranoia justificada de Carmen, entrando en momentos en que sus rutinas están más perturbadas. Como participante en el creciente canon de películas chilenas que responden a la dictadura de Pinochet, “Chile ’76” es un ejercicio de género astuto, un ejemplo de cómo la represión política puede exprimir un melodrama doméstico hasta que toma la forma de un thriller de espías.

Chile ’76
No calificado. En español, con subtítulos. Duración: 1 hora 35 minutos. En los cines.